Me llamo Arancha Guerrero. Soy la gerente de Kempchen-Comdiflex.
Para quien no lo sepa somos una empresa que fabrica y distribuye soluciones para controlar la estanqueidad, la dilatación y la corrosión en el sector petroquímico, nuclear, cementero, papelero, etc.
Trabajamos en entornos altamente exigentes que nos obligan a concentrar todos nuestros esfuerzos en la tecnología, la calidad y la innovación constantes.
Llevo muchos años gestionando y asesorando empresas de una gran diversidad de sectores. La construcción, la tercera edad, la consultoría estratégica, la comida a domicilio, el vidrio plano, etc.
Soy una firme defensora de la gestión humanista. En la que, lo que más importa son las personas que están implicadas en un proyecto. Trabajadores, clientes, proveedores, competidores, subcontratas…Sin dejar de ser, la excelencia en la calidad del producto y/o servicio, una indudable prioridad.
En el sector industrial parece que se haya olvidado la importancia del ser humano. Entramos en licitaciones con grandes empresas donde parece no valorarse el servicio o el concepto de «proveedor de confianza». Licitaciones que acaban en subastas donde, al final, solo el precio inclina la balanza.
Desde este portal quiero romper una lanza por la gestión humanista también en el sector industrial.
Permítanme usar un oxímoron para definir el camino que me gustaría recorrer con Kempchen-Comdiflex: «Humanismo Industrial».
Qué es el «Humanismo Industrial»?
Comencé mi camino en Kempchen-Comdiflex haciendo una exhaustiva auditoría de Recursos Humanos. Conocí a todos y cada uno de los trabajadores de la empresa. Sus intereses, sus sueños, sus talentos, sus debilidades, sus sensibilidades. La gente agradece muchísimo cuando alguien les escucha de forma activa. Y lo agradece dándote información valiosísima.
¿Qué puedo hacer por ti para que tu vida aquí mejore? Esa es mi pregunta favorita. Y a todos se la hice.
Es sorprendente cómo esa simple pregunta acaba dibujando el estilo de gestión que sufre o disfruta la empresa. El estilo de gestión es el hilo por donde continué la auditoría.
Ahorraré todo lo ocurrido tras el diagnóstico inicial.
Hoy solo les hablaré desde el corazón. La gestión humanista ha llegado. Y lo ha hecho para quedarse.
Pocos meses después del inicio de la auditoría, a la propiedad no le quedó otra opción que intervenir la empresa. Su deseo, como heredero del negocio de su difunto padre y hermano pequeño, era devolver la ilusión a todos los trabajadores.
La intervención tenía como segundo objetivo, darle viabilidad a la empresa y reforzar la estructura financiera para perdurar a muy largo plazo, tras años de lucha contra la inestabilidad económica, la incursión en el sector de países con costes de fabricación muy inferiores a los nuestros y una pandemia que nos tambaleó a todos. A todo el planeta por igual.
Pocos meses después de la intervención, la empresa no sólo es más optimista y más humana. También es más eficiente, más rentable. Mucho más. Ya salen a corroborarlo hasta las gráficas y los paneles de control.
A este proceso, el equipo de gerencia, dirigido por José Cruz Ruiz Villandiego y por mi, lo llamamos «Gestión Integral de Ilusión Corporativa».
Nuestros clientes, nuestros proveedores, nuestra competencia. Todos ellos nos encontrarán aquí si nos necesitan. No hay rivalidad, solo proyecto en común. Solo personas. Todos ellos son nuestra prioridad. De todos nosotros para todos ellos. Por igual.
Es un honor gestionar esta empresa. Estoy absolutamente orgullosa de cada una de las personas que forman o han formado parte, alguna vez, de esta compañía. Trabajadores, proveedores, clientes, competidores…
Todos han hecho que esta empresa sea lo que es hoy. Con su férreo carácter. Con su profesionalidad, su dedicación y su vocación de servicio. No hay máquina que pueda hacer latir una empresa como lo hacen las personas. No hay digitalización que pueda replicar la honestidad y la responsabilidad. El orgullo.
Sólo me queda agradecer a todos el esfuerzo que han hecho por comprender que el cambio es la auténtica zona de confort. No el lugar ni el momento. Ni siquiera el destino. Sino las personas con las que caminamos. Da igual la misión. Da igual el camino. Mi confort es el equipo, las personas. Todas y cada una de ellas.